Empezaré
diciendo que no soy partidario de Yanukovich, antes de que algún simplista
llegue a esa rápida conclusión cuando lea las siguientes líneas. El presidente
ucraniano abusó del poder y saqueó las cuentas públicas de un modo
inmisericorde, y su expulsión era algo necesario. Necesario, pero ilegal.
Esto viene a cuento de las
declaraciones de ilegalidad que por doquier se han vertido sobre el referéndum
en Crimea. Que si es ilegal, que si no lo prevé la constitución ucraniana...
Vayamos por partes.
1) Resulta
chocante hablar de “ilegalidad” y de “inconstitucionalidad”, cuando lo hacen
los mismos que han reconocido un gobierno salido de una sublevación.
Yanukovich, nos guste o no, era el presidente electo de Ucrania, y su
destitución fue un acto ilegal e inconstitucional. No podemos ondear la bandera
de la legalidad cuando nos conviene y mirar para otro lado cuando nos interesa.
La rebelión fue la voluntad del pueblo, en efecto, y la secesión crimea también
lo es. Y no olvidemos que el poder emana del pueblo.
2)
Qué hipócrita resulta que las potencias que respaldaron la secesión de Kosovo
condenen ahora la de Crimea. Tal vez es que los serbios eran rojos y malos y
los ucranianos son aliados y buenos. Si es así, que se limiten a decir “Ucrania
es nuestra aliada y la apoyamos”, y que se dejen de verborrea pseudolegalista.
Aquí debo hacer una salvedad: el gobierno español fue de los pocos que en su
día se negó a reconocer la independencia kosovar.
3)
Qué curioso es que ahora impongamos sanciones a Rusia por una secesión
incruenta, cuando en su momento abandonamos a Georgia y nos limitamos a mirar
pasar los tanques rusos sin mover un dedo. Y el gobierno español, esta vez, se
suma a la fiesta. A lo mejor es porque Rusia no mandará nunca tropas a Cataluña,
y el fantasma de un referéndum exitoso da más miedo que el ejército ruso.
4)
Recordemos que la población de Crimea es rusa y tártara: lo que no hay es
ucranianos (o muy pocos, vamos). Y recordemos que tradicionalmente ha sido
parte de Rusia. Su transferencia a Ucrania en 1954 fue una mera formalidad
entre los que entonces eran dos miembros de un único estado: la URRS. Además,
dicha transferencia fue anulada en 1992 por el Soviet Supremo. Retener Crimea
por parte de Ucrania fue un acto ilegal del que parece que ya no guardamos
memoria. Como lo fue el hecho de que Ucrania anulase la constitución crimea, o
que en 1995 el presidente ucraniano Leonid Kuchma asumiera el control directo
del gobierno de la república autónoma. La reunificación de Crimea con Rusia no
es por tanto una ilegalidad, sino una restauración de una legalidad previamente
vulnerada.
Así
es que dejemos de decir tonterías y hagamos ya lo que sabemos que acabaremos
haciendo.
Pactemos con Rusia y acabemos con
esta pantomima.